También conocido como don Bosco, nació en 1815 en Piamonte, Italia. Su padre murió cuando él tenía dos años, lo que lo obligó a trabajar desde niño para ayudar a sostener a su familia. Solía asistír a circos y festivales para aprender trucos y actos, para luego repetirlos entre sus amiguitos. Al final del show, repetía de memoria el sermón que había escuchado en la Santa Misa esa misma mañana. Trabajó de carpintero, zapatero, panadero o sastre, mientras estudiaba en el colegio o en el seminario. Se ordenó sacerdote en 1841, teniendo siempre una enorme vocación para enseñar a niños y jóvenes. Fundó la orden de los hermanos salesianos en 1859, la que se expandió por muchos países rápidamente bajo la protección de María Auxiliadora de los Cristianos. La educación de los jóvenes en la fe cristiana fue su obra central. Esta frase representa su sentir como educador:
Aléjense de las malas compañías como quien se aleja de una víbora venenosa. Si ustedes mantienen las buenas compañías, les aseguro que un día gozarán con la Madre Santísima en el Cielo. Pero si ustedes permanecen en compañía de los malvados, les aseguro que se volverán malos ustedes mismos, y correrán el riesgo de perder sus almas.
Pero San Juan Bosco tuvo una vida mística muy activa en revelaciones y apariciones. Las profecías fueron parte importante de su vida como siervo de Dios. Como ejemplo reproducimos un sueño profético que don Bosco tuvo, y que se refiere a épocas muy difíciles que la iglesia iba a sufrir en el futuro.
Sueño de los dos pilares de nuestra fe.
Los tres grandes amores de don Bosco fueron Jesús Sacramentado, María Auxiliadora y el Sumo Pontífice, quienes fueron los protagonistas de uno de sus más famosos sueños proféticos:
Don Bosco vio que una gran barca (la Iglesia) navegaba en un mar tempestuoso piloteada por el Romano Pontífice, y a su alrededor había muchísimas navecillas pequeñas (los cristianos). De pronto aparecieron un sinnúmero de naves enemigas armadas de cañones (el ateísmo, la corrupción, la incredulidad, el secularismo, etc.) y empezó una tremenda batalla.
A los cañones enemigos se unen las olas violentas y el viento tempestuoso. Las naves enemigas cercan y rodean completamente a la Nave Grande de la Iglesia y a todas las navecillas pequeñas de los cristianos. Y cuando ya el ataque es tan pavoroso que todo parece perdido, emergen desde el fondo del mar dos inmensas y poderosas columnas (o pilares). Sobre la primera columna está la Sagrada Eucaristía, y sobre la otra la imagen de la Virgen Santísima.
La nave del Papa y las navecillas de los cristianos se acercan a los dos pilares y asegurándose de ellos ya no tienen peligro de hundirse. Luego, desde las dos columnas sale un viento fortísimo que aleja o hunde a las naves enemigas, y en cambio a las naves amigas les arregla todos sus daños.
Todo el ejército enemigo se retira derrotado, y los cristianos con el Santo Padre a la cabeza entonan un Himno de Acción de Gracias a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora. El sueño es detallado e incluye a varios papas.
«La Iglesia deberá pasar tiempos críticos y sufrir graves daños, pero al fin el Cielo mismo intervendrá para salvarla. Después vendrá la paz y habrá en la Iglesia un nuevo y vigoroso florecimiento».
Sin dudas el sueño de don Bosco nos hace recordar a las palabras que María dijo en Fátima en 1917: "Cuando todo parezca perdido, mi Corazón Inmaculado triunfará”.
El cuerpo de San Juan Bosco, como un estandarte de santidad, permanece incorrupto en la actualidad.
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