sábado, 13 de septiembre de 2014

¿QUE DICE SAN JUAN CRISÓSTOMO?
















(Citas tomadas de “Obras de San Juan Crisóstomo. – Tratados ascéticos.
B.A.C. 169 – Sección III, Santos Padres. Madrid, 1958)

Entre sus TRATADOS ASCÉTICOS, se encuentran dos exhortaciones a Teodoro, caído, por apartarse de su ministerio. De la Exhortación I, tomamos las siguientes citas de cuatro temas diferentes:

INTERÉS DEL DIABLO POR LLEVARNOS A LA DESESPERACIÓN

“El diablo justamente quiere arrojarnos a pensamientos de desesperación con el fin de cortar nuestra esperanza en Dios, el áncora segura, el sostén de nuestra vida, la guía del camino que lleva al cielo, la salvación de las almas que perecen. Porque por la esperanza – dice el Apóstol – nos hemos salvado (Rm 12, 24).” (Carta a Teodoro caído, Exhortación I, numeral 2)

EL INFIERNO NO FUE HECHO PARA EL HOMBRE, SINO PARA EL DEMONIO

“...el infierno no fue hecho por nosotros, sino por el diablo y sus ángeles; el cielo, sí, está preparado para nosotros desde la constitución del mundo. No nos hagamos, pues, indignos de entrar en la cámara nupcial.” (Carta a Teodoro caído, Exhortación I, numeral 9)

PENSEMOS EN LO PASAJERO DE LAS COSAS HUMANAS

“Ve a la sepultura y mira allí el polvo, la ceniza, los gusanos; contempla la fealdad del lugar, y gime amargamente. ¡ Y ojalá el daño parara en la ceniza ! Pero no. De la tumba y de esos gusanos, traslada tu pensamiento a aquel gusano que nunca se acaba, al fuego inextinguible, al crujir de dientes, a las tinieblas exteriores, a la tribulación y angustia, a la parábola de Lázaro y el rico, que, no obstante haber sido dueño de tantas riquezas, no obstante vestirse de púrpura, no logró en toda su necesidad se le diera una gota de agua.”
(Carta a Teodoro caído, Exhortación I, numeral 9)

LA PÉRDIDA DE LA GLORIA MAL MAYOR QUE LOS TORMENTOS DEL INFIERNO

“Ahora Bien, muchos que sienten muy irracionalmente, se contentan con librarse de las penas del infierno; yo, por mi parte, afirmo ser mayor castigo que el infierno no alcanzar aquella bienaventurada gloria y creo que el que la pierde no ha de llorar tanto las penas del infierno como verse privado de los bienes del cielo.” (Carta a Teodoro caído, Exhortación I, numeral 12)

Del Libro III de su Tratado sobre el Sacerdocio, tomamos las siguientes citas:

NO ECHAR AL SACERDOCIO LAS CULPAS DE LOS SACERDOTES

“Mas no vaya a pensar nadie que yo hago por igual culpables a todos los sacerdotes de los pecados susodichos. Porque hay muchos, muchos hay, repito, que saben desenredarse de estas redes y más sin duda que los que se dejan prender en ellas. Y, en todo caso, yo no culparía de estos males al sacerdocio. Dios me libre de cometer esa locura. Nadie en el sano juicio culpa y castiga al hierro de que mata, ni al vino de que embriaga, ni a la fuerza de que llegue a la violencia, ni al valor de que sea a veces temerario. No. Los hombres razonables, sin excepción, culpan y castigan a quienes no usan debidamente de estos dones de Dios.” (Sobre el Sacerdocio, Libro III, numeral 10)

EL SACERDOTE HA DE SER ARMONÍA DE CONTRARIAS CUALIDADES

Al referirse a lo que tiene que afrontar el sacerdote en su ministerio, en relación con las cualidades que debe tener:

“Considera, pues, qué tal haya de ser el que tiene que resistir a todo ese temporal y sortear hábilmente tantos obstáculos como se oponen al bien común. Tiene, efectivamente, que ser a par grave y sencillo, temible y benigno, apto para mandar y accesible a la comunicación, incorruptible y todo cortesía, humilde e indomable, vehemente y manso, y así poder combatir fácilmente contra todo. Y, así todo el mundo lo contradiga, es menester hacer uso de toda la autoridad para admitir al idóneo, y, con la misma autoridad, así todo el mundo conspire, hay que rechazar al inepto. Sólo hay que poner la mira en una cosa, que es la edificación de la Iglesia, y nada ha de hacerse ni por enemistad ni por favor.” (Sobre el Sacerdocio, Libro III, numeral 10).

De su Tratado “DE LA VANAGLORIA Y DE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS”, se han tomado las siguientes citas:

LA VANAGLORIA DEL VULGO: ELPOBRE QUIERE APARECER RICO

“Pero pasemos a otro linaje de vanagloria. ¿Cuál es éste? El que toca al común de las gentes y no se limita ya a uno que otro: Nos alegramos al ser alabados sobre cosas en que sabemos no tenemos arte ni parte. Así, el pobre no deja piedra por mover a trueque de vestirse hermosos trajes sin otra mira que la de ser honrado por los demás, y muchas veces, pudiendo servirse a sí mismo, se paga un criado, no porque lo necesite, sino para no pasar por la deshonra de servirse a sí mismo. Porque, si no, dime: El que toda su vida se ha servido por sus propias manos, ¿qué necesidad tiene de que le venga ahora a servir otro?”

( ... ) “Si fuera necesario servirse de vajilla de plata y sin ella no se pudiera vivir, hubiera también terminado la mayor parte de los hombres, pues la mayor parte no ven en sus manos jamás la plata. Ahora bien, si a los que poseen la plata se les dice: ¿Qué fin tiene en definitiva ese vaso? ¿Dime la causa de poseerlo y qué utilidad te procura? Ese tal no sabrá decir otra cosa sino el honor que del vulgo le viene.
Lo tengo – dice – para llamar la atención y que no se me desprecie; pero lo oculto para no ser envidiado y se me quiera perjudicar.
¿Puede darse insensatez mayor? Si lo tienes para granjearte honra de parte de la gente, enséñalo a todo el mundo; y si temes la envidia, no es bueno en absoluto poseerlo.” (De la Vanagloria y de la Educación de los Hijos, numeral 13).

OTRA INSENSATEZ: POR GUARDAR EL “DECORO”, LA GENTE SE MUERE DE HAMBRE

¿Hablaré de otra insensatez? Muchas veces acontece que se privan algunos de lo necesario y se consumen de hambre, a trueque de procurarse tales vajillas. Y si se les pregunta la causa:
- Es que tengo – dicen – que guardar mi decoro.

¿Qué decoro, hombre? No consiste en eso el decoro del hombre. ¿Es que no guardaba su decoro – y un gran decoro – el justo Elías, y Eliseo, y Juan? Y, sin embargo, Elías no tenía más que su piel de oveja (4 Reg 2,8) y fue, a pedir una mujer viuda, y pobre por añadidura, y como mendigo se presentó a la puerta de aquella mujer y palabras de mendigo le dirigió (3 Reg 17,8 ss). Según eso, tampoco Eliseo guardó su decoro al ser alimentado por otra mujer pobre (4 Reg 4,7). Indecorosamente también vivió Juan, que no tenía ni vestido ni un solo pan (cf. Mt 3,4, Mc 1,6). La única indecencia es poseer muchas cosas y ésa sí que es realmente gran indecencia. Porque entonces se tiene fama de crueldad, molicie, necedad, soberbia, vanagloria y ferocidad. No consiste el decoro en llevar hermosos vestidos, sino en revestirse de buenas acciones.”

( ... ) “La decencia no consiste en la esplendidez de la casa, ni en el lujo de los reposteros, ni en el lecho con tapices y la cama bien adornada, ni en la muchedumbre de criados. Todo eso son cosas que están fuera de nosotros y nada tienen que ver con nosotros. Lo que a nosotros corresponde es la modestia, el desprecio de las riquezas, el desprecio de la gloria, burlarnos de la honra que viene del vulgo, trascender la naturaleza por la virtud de la vida. Esta es la decencia, ésta es la gloria, éste el honor.” (De la Vanagloria y de la Educación de los Hijos, numerales 14 y 15).

LA CAUSA DE TODOS ESTOS MALES ES QUE LOS NIÑOS
SON EDUCADOS DESDE EL PRINCIPIO EN LA VANAGLORIA

“Apenas nace el niño, el padre busca todos los medios posibles, no para educarlo, sino para adornarlo y vestirle ropas de oro. ¿Con qué fin haces eso, hombre? Pase (?) que así te vistas tú; ¿para qué enseñar también eso a un niño que no conoce aún semejante locura? ¿A qué fin le pones un adorno en torno al cuello? Lo que el niño necesita es un ayo escrupuloso que lo eduque, pero no adornos de oro.” (De la Vanagloria y la Educación de los Hijos, numeral 16).

Sobre las jóvenes dice San Juan Crisóstomo:

NADIE PIENSE QUE SE TRATA DE MENUDENCIAS

“A caso muchos tomen a risa lo que estoy diciendo, teniéndolo por menudencias. No son menudencias, sino cosas muy grandes. La muchacha que ya en la cámara materna aprende a embaucarse por las galas femeninas, cuando salga de la casa paterna, será ingobernable y pesada a su marido y más insoportable que los cobradores de contribuciones. Ya os he dicho otras veces que la causa de que la maldad se haga difícil de arrancar está en que nadie les habla acerca de la virginidad, nadie les dice una palabra sobre la castidad, nadie sobre el desprecio de las riquezas y de la gloria, nadie les recuerda las promesas que tenemos en las Escrituras.” (De la Vanagloria y la Educación de los Hijos, numeral 17).

Cerramos estas citas de San Juan Crisóstomo, con esta frase:

“Educa un atleta para Cristo, y aún permaneciendo en el mundo, enséñale a ser piadoso desde la primera edad” (De la Vanagloria y la Educación de los Hijos, numeral 18).

De sus homilías hemos tomado estas citas:

EL VALOR DE LA SANGRE DE CRISTO

(.....) “¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre? Mira de donde brotó y cual sea su fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costado del Señor. Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio, uno de los soldados se acercó con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió agua y sangre: agua, como símbolo del bautismo; sangre, como figura de la eucaristía.” (.....) He dicho que esta agua y esta sangre eran símbolos del bautismo y de la eucaristía. Pues bien, con estos dos sacramentos se edifica la Iglesia: con el agua de la regeneración y con la renovación del Espíritu Santo, es decir, con el bautismo y la eucaristía, que han brotado, ambos, del costado de Cristo.” (Catequesis de san Juan Crisóstomo, obispo: Catequesis 3, 13-19: SC 50, 174-177).

DEBEMOS PREOCUPARNOS DEL BIEN DE LOS PEQUEÑOS

( ... ) “Cuidamos de los hijos menos que del ganado, nos preocupamos más de los asnos y de los caballos que de los hijos. El que tiene un mulo se preocupa en gran manera de conseguirle un buen mozo de cuadra, que sea honrado, que no sea ladrón ni dado al vino, que sea perito en su oficio; pero si se trata de conseguir un preceptor para nuestro hijo, aceptamos al primero que se presenta, a la buena de Dios y sin previa elección, sin tener en cuenta que se trata del más importante de los oficios.” (Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio de san Mateo. Homilía 59: PG 57, 580. 584).

ADÁN Y CRISTO. EVA Y MARÍA

( ... ) “Una virgen, un madero y la muerte fueron el signo de nuestra derrota. Eva era virgen, porque aún no había conocido varón; el madero era un árbol; la muerte, el castigo de Adán. Mas he aquí que de nuevo una Virgen un madero y la muerte, antes signo de derrota, se convierten ahora en signo de victoria. En lugar de Eva está María; en lugar del árbol de la ciencia del bien y del mal, el árbol de la cruz; en lugar de la muerte de Adán, la muerte de Cristo.” ( ... ) “¿Has entendido el modo y significado de esta victoria? Entérate ahora cómo esta victoria fue lograda sin esfuerzo ni sudor por nuestra parte. Nosotros no tuvimos que ensangrentar nuestras armas, ni resistir en la batalla, ni recibir heridas, ni tan siquiera vimos la batalla, y, con todo, obtuvimos la victoria; fue el Señor quien luchó, y nosotros quienes hemos sido coronados.” (Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo. Sobre el cementerio y la cruz, 2: PG 49, 396).

CINCO CAMINOS DE PENITENCIA

“¿Queréis que os recuerde los diversos caminos de penitencia? Hay ciertamente muchos, distintos y diferentes, y todos ellos conducen al cielo.
El primer camino de penitencia consiste en la acusación de los pecados: Confiesa primero tus pecados y serás justificado.” ( ... ) “ Este es un primer y óptimo camino de penitencia; hay también otro, no inferior al primero, que consiste en perdonar las ofensas que hemos recibido de nuestros enemigos, de tal forma que, poniendo a raya nuestra ira, olvidemos las faltas de nuestros hermanos;” ( ... ) “¿Quieres conocer un tercer camino de penitencia? Lo tienes en la oración ferviente y continuada, que brota de lo íntimo del corazón. Si deseas que te hable aún de un cuarto camino, te diré que lo tienes en la limosna: ella posee una grande y extraordinaria virtualidad. También, si eres humilde y obras con modestia, en este proceder encontrarás, no menos que en cuanto hemos dicho hasta aquí, un modo de destruir el pecado” (Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo. Homilía 2 Sobre el diablo tentador, 6: PG 49, 263-264).

AL ADORNAR EL TEMPLO, NO DESPRECIES AL HERMANO NECESITADO

“¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: Esto es mi cuerpo, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: Tuve hambre y no me disteis de comer, y más adelante: Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo dejasteis de hacer. El templo no necesita vestidos y lienzos, sino pureza de alma; los pobres, en cambio, necesitan que con mucho cuidado nos preocupemos de ellos.” (Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio de san Mateo. Homilía 50, 3-4: PG 58, 508-509).

LA LUZ DEL CRISTIANO NO PUEDE QUEDAR ESCONDIDA

“No hagas injuria a Dios. Si dijeras que el sol no puede alumbrar, harías injuria al sol. Si dijeras que el cristiano no puede ser de provecho para los demás, haces injuria a Dios, porque lo tildas de mentiroso. Es más fácil que el sol no caliente y no alumbre, que no que deje de dar luz un cristiano; más fácil que esto sería que la luz fuese tinieblas.
No digas que es cosa imposible: lo contrario es imposible. No hagas injuria a Dios. Si ponemos en orden nuestra propia conducta, todo lo demás que hemos dicho se seguirá por consecuencia natural. La luz del cristiano no puede quedar escondida; una lámpara tan resplandeciente no puede ocultarse.” (Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre los Hechos de los apóstoles. Homilía 20, 4: PG 60, 162-164).

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